Como ya comenté en un post anterior, los bonos son junto a las acciones uno de los activos más comunes en la inversión. Los bonos, también conocidos como renta fija o deuda, es una producto que pueden emitir tanto las empresas, en cuyo caso hablamos de bonos corporativos, como los estados si hablamos de bonos gubernamentales. En ambos casos, sirven para recaudar capital. Son una forma de deuda, lo que significa que el emisor pide dinero prestado a los inversores y se compromete a devolverlo en una fecha posterior, junto con los intereses. Los bonos corporativos son emitidos por empresas para recaudar capital para una variedad de propósitos, como la expansión de fondos, el refinanciamiento de deuda existente o el pago de dividendos a los accionistas (algo poco deseable, pero por desgracia bastante común). Por lo general, tienen un plazo fijo, que va desde unos pocos años hasta varias décadas, y pagan una tasa de interés fija, conocida como tasa de cupón. Los bonos gubernamentales, también conocidos como bonos soberanos, son emitidos por gobiernos nacionales para financiar sus operaciones. Al igual que los bonos corporativos, tienen un plazo fijo y pagan una tasa de interés fija. Cuando un inversor compra un bono corporativo o del gobierno, en realidad está prestando dinero al emisor. A cambio, el emisor se compromete a pagar al inversionista una cantidad fija de interés durante la vigencia del bono y a reembolsar el monto principal cuando vence el bono.
Veámoslo en un ejemplo: si compráramos en bono por valor de 1.000€, con vencimiento a 5 años y que nos paga un interés (cupón) del 4%, nuestro flujo de capital sería el siguiente:
En el inicio de la operación (año 0), 1.000€ salen de nuestro bolsillo y adquirimos el bono. Dado que el bono tiene un vencimiento de 5 años, únicamente entonces recuperaremos nuestro capital. Mientras tanto, cada año, iremos ingresando el cupón, que en este caso era del 4%. Como el valor del bono era de 1.000€, eso significa 40€ cada año. Transcurridos los 5 años, el deudor se comprometió a devolvernos nuestra inversión inicial, también llamada principal. Así pues, vemos que la renta fija suele tener un carácter de generación de rentas, no siendo comúnmente el objetivo buscar una gran revalorización, ya que aunque durante estos 5 años nuestro deudor (ya sea un estado o una empresa) haya triplicado sus beneficios o perdido la mitad de su valor, eso no altera los flujos de ingreso que recibimos.
De esta forma, podríamos decir que los bonos generalmente se consideran inversiones de menor riesgo que las acciones, ya que proporcionan una tasa de rendimiento fija y el emisor está obligado por contrato a realizar pagos de intereses regulares. Sin embargo, los bonos también suelen ser menos lucrativos que las acciones, ya que sus rendimientos se limitan a los pagos de interés fijo.
Esa visión es hasta cierto punto cierta sobre el papel, pero ¿qué riesgo se te ocurre que puede existir con este activo?
Uno de los principales riesgos asociados con los bonos es por supuesto la posibilidad de incumplimiento. Esto es cuando el emisor no puede hacer los pagos requeridos de interés o principal. Si bien el incumplimiento es más común entre los bonos corporativos que entre los bonos del gobierno, aún puede ocurrir y puede resultar en que el inversionista pierda parte o la totalidad de su inversión.
Es decir, si durante la tenencia de un bono la empresa quebrara o no pudiera hacer frente a sus pagos, es muy posible que aún habiéndose comprometido a ello, no recuperáramos nuestro principal. Eso nos lleva a hablar de la calidad crediticia. ¿Qué te parece más probable, que una empresa como Apple o un país Estados Unidos quiebren o no puedan hacer frente a sus deudas, o bien que no lo haga Papúa Nova Guinea o el cuñado que nos pide dinero para montar un videoclub en un pueblo de 5.000 habitantes «por qué no hay ninguno»?
Agencias de rating como pueden ser Moody’s o Standard&Poor’s, asignan a cada estado o empresa un valor en una escala de calificación según su calidad y riesgo de impago. Por lo tanto, cuando mayor riesgo de impago se asocie a nuestro deudor, deberemos exigir una mayor rentabilidad por cupón, para así paliar el riesgo a que no pueda devolvernos nuestro principal.
Además, los bonos normalmente se compran y venden en el mercado secundario, donde los inversores pueden negociarlos antes de que venzan, por lo cual no es requisito indispensable esperar al vencimiento . Tranquilo/a, ya sabes que ahora lo veremos en un ejemplo. Tenemos a:
- Juan: quiere abrir un restaurante pero con sus ahorros no le llega para cubrir todos los gastos y operaciones iniciales.
- María: es un poco ansiosa e impulsiva, pero trabajando ha conseguido acumular unos ahorros que tiene parados desde hace tiempo. Leyendo un blog ha entendido que debe empezar a invertirlos para combatir la inflación.
- Marcos: de él te hablaré después.
Juan le comenta su nuevo proyecto a María, y a ella, conociendo lo disciplinado y trabajador que es Juan, le parece que su idea podría tener éxito, además en el barrio un nuevo restaurante tendría muy buena acogida. Así pues, María decide prestarle 50.000€ a Juan para que pueda arrancar el negocio y se los pueda devolver en un plazo de 3 años, una vez ya vaya todo viento en popa. Como es consciente del riesgo que conlleva, María exige a esa inversión una rentabilidad anual del 15%, es decir, le pide cada año a Juan que le pague 7.500€ durante los 3 años que han acordado, además de devolverle los 50.000€ iniciales transcurridos 3 años. Nota: otra posibilidad sería no recibir ningún pago (cupón) durante 3 años, y a cambio recibir todas las cuotas al final, es decir, 7.500€ + 7.500€ + 7.500€ + 50.000€ = 71.500€. En tal caso, se llamaría un bono con cupón 0, ya que no se reciben cupones durante la tenencia de la deuda si no todo al final.
Pero pasado sólo un año, María ha escuchado decir que alquilar es tirar el dinero (algo que desmitificaremos rotundamente), así que quiere comprarse un piso y pagar la entrada usando esos 50.000€ que prestó a Juan. María va a ver a Juan y le pide que le devuelva su dinero, pero Juan le responde que sintiéndolo mucho, ahora mismo no dispone de esa cantidad en efectivo, ya que lo usó para contratar a personal y reformar el local, y el restaurante aún no ha generado suficientes ingresos como para tener en caja 50.000€. María se va triste al gimnasio para desestresarse, ya que está empezando a asumir que no podrá comprarse una casa hasta dentro de 2 años.
Y aquí aparece nuestro amigo Marcos quien va al mismo gimnasio que María. María le cuenta toda la historia a Marcos, y este ve una oportunidad donde María sólo ve problemas. Como María quiere comprarse una casa y la quiere ya, Marcos le hace la siguiente propuesta: él le pagará a María 45.000€ para que pueda pagar la entrada de su casa. A cambio, pasará a ser Marcos el acreedor de la deuda que María había contraído con Juan, de forma que recibirá los cupones de 7.500€ restantes así como los 50.000€ en el momento en que Juan se había comprometido a saldar la deuda con María. Tras esta transacción:
- María prestó 50.000€, recibió un cupón por valor de 7.500€, y 45.000€ por la venta de su deuda a Marcos. Gana en total 2.500€ en un plazo de un año tras haber invertido 50.000€. Rentabilidad anualizada del 5%.
- Marcos invirtió 45.000€ al comprarle la deuda a María, recibió dos cupones de 7.500€ referentes al segundo y tercer año (el primero lo había cobrado María). Al final del tercer año, Juan devuelve su deuda de 50.000€ a Marcos. En total, Marcos ganó: -45.000€ +7.500€ +7.500€ +50.000€ = 20.000€ en sólo 2 años (durante el primer año no participó de la operación) y tras invertir 45.000€. Rentabilidad total: 20.000€ / 45.000€ = 44.44%, equivalente a una rentabilidad anualizada del 18.5%.
- Para Juan, la transacción que hicieron María y Marcos es transparente. Incluso, su deuda podría «haber cambiado de manos» múltiples veces durante los 3 años sin que a él le importara. Juan necesitaba 50.000€ inicialmente para poner en marcha su negocio, y pagó lo acordado indistintamente de a quien debiera hacerlo.
Con el anterior ejemplo, quiero que entiendas que algunos aspectos sobre la renta fija:
- Los bonos o renta fija, se llama fija porqué conocemos con antelación qué rentabilidad vamos a obtener, siempre y cuando se cumplan 2 condicionantes: que no se nos impague la deuda, y que aguantemos la deuda al vencimiento estipulado.
- Existe un mercado secundario en el que podemos transaccionar los bonos antes de su vencimiento. El precio de un bono puede fluctuar durante su vida debido a distintos factores.
- La renta fija tiene riesgo de igual manera que lo tienen las acciones. Existe como ya hemos comentado el riesgo de impago (riesgo de crédito). También hemos visto el riesgo de liquidez, es decir, que necesitemos el capital invertido con anterioridad al plazo que nos habíamos comprometido, y eso conlleve a que no recuperemos la totalidad de nuestro principal. Existen otros tipos de riesgo como el riesgo de tasa de interés o el de inflación, pero todo ello lo veremos en futuros posts.
El precio de un bono, en un momento dado durante su vida y tras su emisión, está determinado por una serie de factores, incluida su tasa de cupón, la fecha de vencimiento y el nivel general de las tasas de interés en la economía. Cuando las tasas de interés aumentan, el precio de los bonos existentes suele caer, ya que los inversores pueden obtener mayores rendimientos invirtiendo en nuevos bonos. De nuevo, más adelante veremos el motivo con más detalle.
En conclusión, los bonos son una parte importante de las carteras de muchos inversores, ya que proporcionan una fuente de ingresos regulares y pueden ayudar a diversificar los riesgos. Sin embargo, es importante que consideremos cuidadosamente la solvencia del emisor y los riesgos asociados con el bono antes de realizar una inversión.